Son estos días de vivir con la muerte en la nuca, en esta epidemia de silencios de nunca acabar. Sería bien bueno distraerse tejiendo ternuras; que abran cancha las penas y un milagro nos saque a bailar. Son estas noches de esperanzas desesperadas, de el sueño en compota y el escabio para no pensar. Pero... ¿Quién nos dice que a la vuelta de tanta derrota cambiemos de pilchas y los miedos nos dejen en paz?
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