En la palestra de desconocidos busco a su lado el calor y simulando mojarle el oído le beso el cuello y le digo: Me gustas tanto, quisiera aprenderme tu nombre. Me gustas tanto que no sé por donde voy. Me le acerqué suspicaz y le tendí un anzuelo. Me gusta verte reir, me gusta tanto tu coqueteo. Tengo una idea, no me hables de ti y mucho menos de tu pasado. Algo en tus labios color carmín sugiere que vayamos al grano. La alegría llegó y sé que no dura para siempre
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